lunes, 9 de mayo de 2011

Piñón, Yaiza. Una ciudad muy pequeña.

¡Legas media hora tarde señor Martínez!

Lo siento señor pero es que…

¡Vuelve a llegar tarde y le despido¡

Todos los días igual. ¿Qué pretende que haga?
Las calles, carreteras, estaciones…¡Todo esta abarrotado de gente!

Me tengo que levantar a las cinco de la mañana para poder llegar a tiempo a mi trabajo.
Mi trabajo consiste en crear juguetes de todo tipo y tamaño.
De dos a doce años.
Estoy harto de esta ciudad. Hay demasiada gente para tan poco espacio.
Si pudiera hacer algo para poder cambiar todo esto…

Era martes por la mañana, y estaba ya en el trabajo pensando en un nuevo muñeco para los niños.
Sin saber como ni por qué, empecé a pensar en toda esa situación en la que se encontraba la ciudad.
Algo fantástico se me pasó por la cabeza. Una mochila con un motor diseñado para poder volar.
Al cabo de unos meses, mi invento salio a la venta.
Cada vez eran mas los niños que tenían esa pequeña mochila que era capaz de elevarlos.
Pero no solo los niños la tenían. Llegaron a comprarla hasta los adultos.
A partir de ese día, no volví a llegar tarde al trabajo, ni yo, ni ninguno de los ciudadanos del pueblo. Mi invento hizo que las persona pudiesen desplazarse con muchísima más facilidad, y así la ciudad consiguió tener más espacio.
Todos los habitantes están felices de poder vivir en una ciudad como esta.

1 comentario:

  1. Muy original. El relato empieza en media res. No empieza con el hombre levantándose para ir al trabajo, sino cuando ya ha llegado tarde. Este es modo interesante de presentar el agobio que siente el protagonista por la falta de espacio. Es muy original la solución que da al problema. El final puede que sea un poco precipitado. Tal vez podrías haber descrito a personas provando el invento y cómo eso les cambia la vida. En conjunto, has escrito un cuento con ocurrencias de mucha imaginación.

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