Convivir no es nada fácil. Un ejemplo de ello lo tenemos en El barón rampante de Italo Calvino. En esta novela, un padre de familia regaña tanto a su hijo, Cósimo, que éste, en vista de que la comunicación es imposible, se sube a los árboles y no vuelve a bajar.
- ¡Cuando te canses de estar ahí ya cambiarás de idea! - le gritó.
- Nunca cambiaré de idea - dijo mi hermano desde la rama.
- ¡Ya verás, en cuanto bajes!
- ¡No bajaré nunca más! Y mantuvo su palabra (22).
- ¡Cuando te canses de estar ahí ya cambiarás de idea! - le gritó.
- Nunca cambiaré de idea - dijo mi hermano desde la rama.
- ¡Ya verás, en cuanto bajes!
- ¡No bajaré nunca más! Y mantuvo su palabra (22).
Hay más de una vez que todos querríamos subirnos a los árboles para poder alejarnos de aquellos con los que vivimos porque no nos entendemos. No obstante, el sentido común nos dice que necesitamos la compañía de los demás. Somos seres sociales y afectivos. Se nos presenta una situación tan difícil como la que tiene ante sí Cósimo. Él, pese a estar en los árboles, sigue viendo a su familia, habla con las personas que van por el suelo, las ayuda e incluso quiere fundar una república universal. En el campo de la psicología se suele poner el ejemplo de los erizos en invierno para referirse a la disyuntiva que genera la convivencia. Los erizos si se juntan mucho los unos a los otros se pinchan, pero si se separan demasiado pasan frío. Por mucho que peleemos nos necesitamos los unos a los otros, no sólo por el calor ni por necesidades físicas, sino porque esos con quienes peleamos en el día a día son nuestras personas más cercanas.
Enrique Rojas en El difícil reto de la convivencia ofrece consejos para mejorar la convivencia porque, como Cósimo, aunque nos subamos a los árboles, seguimos formando parte de lo que nos rodea. Cuando leímos este artículo en la clase del Máster de profesorado, suscitó muy diversas respuestas. Pero el común denominador a todas fue que, efectivamente, es muy necesario que las personas nos tomemos el esfuerzo por comprender y ayudar a los que nos rodean. Una de las compañeras decía que lo que propone Rojas es aquello que todos sabemos y que tanto cuesta hacer: preocuparse por los demás.
En el ámbito de la educación escolar, es particularmente importante cuidar la convivencia. El principio general para favorecerla es el mismo, como señala Ruiz:
Hay que partir de la necesidad de considerar a los demás como personas iguales a nosotros que viven, sienten, piensan y se comportan de forma similar. Poco a poco los seres humanos vamos dominando los significados mentales que se asocian a los comportamientos, es decir, nuestro comportamiento siempre está sujeto a los estados mentales que lo propician: una intención, una creencia, un sentimiento, una valoración, etc. Tendemos a comprender lo que sucede a partir de ponernos en su lugar, interpretar y comprender los estados mentales que han podido provocar que se comporte de esa forma (1-2).
Los objetivos son evidentes, pero difíciles de lograr: conocerse a uno mismo y a los demás para que todos crezcamos como seres humanos. La Literatura o cualquiera de las artes pueden ayudarnos a conseguirlos. En El barón rampante se aprende mucho sobre la convivencia, pero también tenemos buenos ejemplos en el cine. Uno de ellos es Cadena de favores, donde un chico se propone mejorar el mundo que le rodea del siguiente modo:
Este soy yo. Y estas son tres personas, a las que voy a ayudar. Pero tiene que ser algo importante, algo que no puedan hacer por sí mismos. Así que, yo lo haré por ellos. Y ellos harán lo mismo por otras tres personas más. Ya son nueve. Y si ayudo a tres más… Ya son veintisiete (32’).
Seguramente, convivir no es más que hacer el esfuerzo de ayudarse los unos a los otros. O, como dice Rojas, estar dispuesto a ser, en cierta medida, cada uno mayordomo de los demás y los demás mayordomos de uno. En las obras de arte podemos encontrar ejemplos que nos ayudan a crecer como seres humanos. Pero también en el día a día, ya sea en la intimidad o en el ámbito escolar, tenemos problemas, que son dificultades, pero también oportunidades para hacer de la vida algo un poco mejor donde, como Trevor, nos parezca lo más natural del mundo ayudar a los demás.
Referencias
Calvino, Italo. El barón rampante. Madrid: Bruguera. 1980.
Leder, Mimi. Cadena de favores. 2001.
Rojas, Enrique. El difícil reto de la convivencia. El mundo. Tribuna libre. 13-9-2008.
Ruiz Córdoba, María del Carmen. La convivencia en el contexto educativo: un objetivo de todos y todas. Innovación y experiencias educativas. Nº 21. Agosto 2009.
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