La plus belle de tes danses […]
C’est quand tu t’éloignes de moi,
calmée et les genoux fléchissants,
et qu’en t’éloignant tu me regardes,
le menton sur l’épaule...
Colette. Chanson de la danseuse.
En el Cántico espiritual 1 y el Cantar de los cantares la manzana y términos de su campo semántico sirven a la Unión mística o, en los términos que Morales considera más acertados refiriéndose a los escritos de San Juan de la Cruz, al Cautiverio. En éstos invita al lector a realizar un cambio interior para ennoblecer su alma. El texto y la ascesis mística se presentan como inseparables o, dicho de otro modo, los símbolos que San Juan de la Cruz emplea en sus versos ofrecen una guía para el enaltecimiento del alma. En este sentido dice Buzain: «Telle serait exactement l’essence métaphysique du symbole mystique véritable: arriver à inhiber, grâce à des images dominatrices, les images grossières qui nous eussent orientés vers des pensées basses (Duvivier, p. 180)». Se puede estudiar Cántico espiritual de acuerdo a las siguientes etapas: «Tratándose de San Juan de la Cruz, en vez de referirnos a las divisiones y nomenclatura tradicionales –vía purgativa, vía iluminativa y vía unitiva-, nos parece que estaríamos más cerca de su pensamiento si dividiéramos la vida espiritual de acuerdo con sus etapas de “Herida”, “Llaga” y “Cautiverio”; o enamoramiento, desposorio y matrimonio espiritual (Morales, p. 70)».
Dámaso Alonso ha mostrado como el empleo que hace San Juan de los adjetivos distingue en dos partes su poema. La primera ocuparía las dos primeras etapas espirituales y se caracteriza por la búsqueda del amado, mientras que la segunda se corresponde con la etapa unitiva o, en los términos de Morales, el Cautiverio. En las diez primeras estrofas la amada busca a su amado con angustia. La ausencia de adjetivos produce sensación de velocidad en el desarrollo del poema. En cambio, en la estrofa once, que está muy próxima a la respuesta del amado, ya aparecen adjetivos. Y, tras la respuesta del amado, la Esposa se recrea en la hermosura del paraje con numerosos adjetivos 2. Dice Dámaso Alonso: «Y este cambio ha coincidido, en la contextura interna del poema, con el paso de la mortificación y meditación (vías purgativa e iluminativa) a la vía unitiva […] La apresurada velocidad de la búsqueda ha desaparecido […] Pero ahora ha encontrado al Amado. Y su voz se remansa y se explaya en anchura de gozo (p. 301)».
Thompson aprecia la semejanza entre las estructuras del Cántico espiritual y la del Cantar de los Cantares en los siguientes términos: «…both move around a focal point –the union of the lovers- rather than in linear progression from their meeting to the consummation of their love (p. 61)». No obstante, la unión está relatada de manera diferente: «En el Cántico, el desposorio y el matrimonio espiritual están tratados como corresponde a una gradación mística, como dos grandes momentos concretos. En el Cantar, la vía unitiva está más dilatada, sus elementos más dispersos y hay más dificultad en darle unidad de proceso místico (Morales, p. 194)». Un ejemplo respecto a esto son las funciones que tienen los términos relativos a la manzana. Tal como señala Jorge Guillén en ambos textos el manzano condensa dos significados: «pecado original y redención cristiana (Morales, p. 197)». No obstante, en el Cántico espiritual el manzano cumple esta función de un modo preciso (canción veintiocho), mientras que en el Cantar de los cantares aparecen términos relatos a la manzana en los siguientes versos 3:
«Como el manzano entre árboles silvestres, así es mi amado entre los hijos de los hombres… (2, 2)».
«Ea, confortadme con flores aromáticas, fortalecedme con olorosas manzanas, porque desfallezco de amor (2, 5)»
«tus renuevos, o plantas de ese huerto, forman un vergel delicioso de granados, con frutos dulces como de manzanos… (4, 13)».
«Venga, pues, mi amado a su huerto, y coma del fruto de sus manzanos (5, 1)».
«Yo digo: Subiré a esta palmera y cogeré sus frutos, y serán para mi tus pechos como racimos de uvas; y el olor de tu boca, como de manzanas (7, 8)»4.
En el primer caso el manzano pone de relieve el mayor refinamiento del Esposo frente a los hijos de los hombres mediante por comparación al árbol cultivado frente a los que crecen sin cuidado. Esta comparación del Esposo con un manzano hace que en el segundo la Esposa pida a las hijas de Jerusalén que la fortalezcan con manzanas por que él se ha marchado pero desea tener consigo aquello que se lo recuerda. En el tercer fragmento el Esposo compara a la Esposa con un huerto cerrado «con frutos dulces como manzanas». La Esposa gracias a estar cerrada para todos salvo para el Esposo puede ofrecerle los frutos que ha producido para él. Así en el cuarto la Esposa anima al Esposo a que coma del fruto y en el quinto es el olor de la boca de ella el que parece de manzana.
En ambos textos la manzana sirve para la unión del los amantes, pero su empleo poético es diferente. En Cántico espiritual designa la reparación del pecado original por la redención cristiana. En cambio, en el Cantar de los cantares además designa la virtud del Esposo y la Esposa, así como describe matices sensoriales del tipo de amor que hay entre ambos. El Cántico espiritual y el Cantar de los cantares son dos poemas que tienden a cierta circularidad, pero el primero está estructurado de acuerdo a una graduación mística que lo hace más lineal que el segundo. En el Cantar de los cantares la unión de los amantes simbolizada en la manzana está diseminada a lo largo del poema. De este modo se hace patente la cantidad de matices amatorios que se dan en torno a la manzana.
Notas:
[1] En su primera redacción.
[2] Esta división del poema tiene en cuenta que los amantes al comienzo están separados y, a partir de la respuesta del Esposo, se reúnen (ver Dámaso Alonso, p. 299). No obstante, el proceso espiritual es complejo y como observa Dámaso Alonso la estructura de Cántico espiritual es circular y, por tanto, las etapas aparecen entretejidas.
[3] Se han extraído estos fragmentos de la traducción de P. José Miguel Petisco en la Editorial Alfredo Ortells.
[4] En Obra completa de San Juan de la Cruz de Alianza Editorial (2010) este autor da otra cita de El cantar de los cantares en la que aparece la palabra «manzanas» (tomo 2, p. 178). Esta corresponde a 7,13 y no la comentamos porque en el texto de El cantar de los cantares que manejamos aparece sólo como «frutos».
Referencias
Alonso, Dámaso. Poesía española: ensayo de métodos y límites estilísticos: Garcilaso, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Góngora, Lope de Vega, Quevedo. Madrid: Gredos. 1966.
Duvivier, Roger. La Genése du «Cantique spirituel» de Saint Jean de la Croix. París: Société d’Edition «Les Belles Lettres». 1971.
Morales, José L. El cántico espiritual de San Juan de la Cruz; su relación con el Cantar de los cantares y otras fuentes escriturísticas y literarias. Madrid: Editorial de Espiritualidad. 1971.
Thompson, Colin P. The poet and the mystic: a study of the Cántico Espiritual of San Juan de la Cruz. Oxford: Oxford University Press. 1977.
C’est quand tu t’éloignes de moi,
calmée et les genoux fléchissants,
et qu’en t’éloignant tu me regardes,
le menton sur l’épaule...
Colette. Chanson de la danseuse.
En el Cántico espiritual 1 y el Cantar de los cantares la manzana y términos de su campo semántico sirven a la Unión mística o, en los términos que Morales considera más acertados refiriéndose a los escritos de San Juan de la Cruz, al Cautiverio. En éstos invita al lector a realizar un cambio interior para ennoblecer su alma. El texto y la ascesis mística se presentan como inseparables o, dicho de otro modo, los símbolos que San Juan de la Cruz emplea en sus versos ofrecen una guía para el enaltecimiento del alma. En este sentido dice Buzain: «Telle serait exactement l’essence métaphysique du symbole mystique véritable: arriver à inhiber, grâce à des images dominatrices, les images grossières qui nous eussent orientés vers des pensées basses (Duvivier, p. 180)». Se puede estudiar Cántico espiritual de acuerdo a las siguientes etapas: «Tratándose de San Juan de la Cruz, en vez de referirnos a las divisiones y nomenclatura tradicionales –vía purgativa, vía iluminativa y vía unitiva-, nos parece que estaríamos más cerca de su pensamiento si dividiéramos la vida espiritual de acuerdo con sus etapas de “Herida”, “Llaga” y “Cautiverio”; o enamoramiento, desposorio y matrimonio espiritual (Morales, p. 70)».
Dámaso Alonso ha mostrado como el empleo que hace San Juan de los adjetivos distingue en dos partes su poema. La primera ocuparía las dos primeras etapas espirituales y se caracteriza por la búsqueda del amado, mientras que la segunda se corresponde con la etapa unitiva o, en los términos de Morales, el Cautiverio. En las diez primeras estrofas la amada busca a su amado con angustia. La ausencia de adjetivos produce sensación de velocidad en el desarrollo del poema. En cambio, en la estrofa once, que está muy próxima a la respuesta del amado, ya aparecen adjetivos. Y, tras la respuesta del amado, la Esposa se recrea en la hermosura del paraje con numerosos adjetivos 2. Dice Dámaso Alonso: «Y este cambio ha coincidido, en la contextura interna del poema, con el paso de la mortificación y meditación (vías purgativa e iluminativa) a la vía unitiva […] La apresurada velocidad de la búsqueda ha desaparecido […] Pero ahora ha encontrado al Amado. Y su voz se remansa y se explaya en anchura de gozo (p. 301)».
Thompson aprecia la semejanza entre las estructuras del Cántico espiritual y la del Cantar de los Cantares en los siguientes términos: «…both move around a focal point –the union of the lovers- rather than in linear progression from their meeting to the consummation of their love (p. 61)». No obstante, la unión está relatada de manera diferente: «En el Cántico, el desposorio y el matrimonio espiritual están tratados como corresponde a una gradación mística, como dos grandes momentos concretos. En el Cantar, la vía unitiva está más dilatada, sus elementos más dispersos y hay más dificultad en darle unidad de proceso místico (Morales, p. 194)». Un ejemplo respecto a esto son las funciones que tienen los términos relativos a la manzana. Tal como señala Jorge Guillén en ambos textos el manzano condensa dos significados: «pecado original y redención cristiana (Morales, p. 197)». No obstante, en el Cántico espiritual el manzano cumple esta función de un modo preciso (canción veintiocho), mientras que en el Cantar de los cantares aparecen términos relatos a la manzana en los siguientes versos 3:
«Como el manzano entre árboles silvestres, así es mi amado entre los hijos de los hombres… (2, 2)».
«Ea, confortadme con flores aromáticas, fortalecedme con olorosas manzanas, porque desfallezco de amor (2, 5)»
«tus renuevos, o plantas de ese huerto, forman un vergel delicioso de granados, con frutos dulces como de manzanos… (4, 13)».
«Venga, pues, mi amado a su huerto, y coma del fruto de sus manzanos (5, 1)».
«Yo digo: Subiré a esta palmera y cogeré sus frutos, y serán para mi tus pechos como racimos de uvas; y el olor de tu boca, como de manzanas (7, 8)»4.
En el primer caso el manzano pone de relieve el mayor refinamiento del Esposo frente a los hijos de los hombres mediante por comparación al árbol cultivado frente a los que crecen sin cuidado. Esta comparación del Esposo con un manzano hace que en el segundo la Esposa pida a las hijas de Jerusalén que la fortalezcan con manzanas por que él se ha marchado pero desea tener consigo aquello que se lo recuerda. En el tercer fragmento el Esposo compara a la Esposa con un huerto cerrado «con frutos dulces como manzanas». La Esposa gracias a estar cerrada para todos salvo para el Esposo puede ofrecerle los frutos que ha producido para él. Así en el cuarto la Esposa anima al Esposo a que coma del fruto y en el quinto es el olor de la boca de ella el que parece de manzana.
En ambos textos la manzana sirve para la unión del los amantes, pero su empleo poético es diferente. En Cántico espiritual designa la reparación del pecado original por la redención cristiana. En cambio, en el Cantar de los cantares además designa la virtud del Esposo y la Esposa, así como describe matices sensoriales del tipo de amor que hay entre ambos. El Cántico espiritual y el Cantar de los cantares son dos poemas que tienden a cierta circularidad, pero el primero está estructurado de acuerdo a una graduación mística que lo hace más lineal que el segundo. En el Cantar de los cantares la unión de los amantes simbolizada en la manzana está diseminada a lo largo del poema. De este modo se hace patente la cantidad de matices amatorios que se dan en torno a la manzana.
Notas:
[1] En su primera redacción.
[2] Esta división del poema tiene en cuenta que los amantes al comienzo están separados y, a partir de la respuesta del Esposo, se reúnen (ver Dámaso Alonso, p. 299). No obstante, el proceso espiritual es complejo y como observa Dámaso Alonso la estructura de Cántico espiritual es circular y, por tanto, las etapas aparecen entretejidas.
[3] Se han extraído estos fragmentos de la traducción de P. José Miguel Petisco en la Editorial Alfredo Ortells.
[4] En Obra completa de San Juan de la Cruz de Alianza Editorial (2010) este autor da otra cita de El cantar de los cantares en la que aparece la palabra «manzanas» (tomo 2, p. 178). Esta corresponde a 7,13 y no la comentamos porque en el texto de El cantar de los cantares que manejamos aparece sólo como «frutos».
Referencias
Alonso, Dámaso. Poesía española: ensayo de métodos y límites estilísticos: Garcilaso, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Góngora, Lope de Vega, Quevedo. Madrid: Gredos. 1966.
Duvivier, Roger. La Genése du «Cantique spirituel» de Saint Jean de la Croix. París: Société d’Edition «Les Belles Lettres». 1971.
Morales, José L. El cántico espiritual de San Juan de la Cruz; su relación con el Cantar de los cantares y otras fuentes escriturísticas y literarias. Madrid: Editorial de Espiritualidad. 1971.
Thompson, Colin P. The poet and the mystic: a study of the Cántico Espiritual of San Juan de la Cruz. Oxford: Oxford University Press. 1977.
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