jueves, 9 de junio de 2011

El vacío en El extranjero de Camus

               El extranjero (1942) presenta a Meursault, un hombre que es indiferente a casi todo lo que sucede alrededor suyo y a su propia vida. Según Vergara: «no se interesa por nada ni espera nada, no tiene aspiraciones ni está descontento con su vida. A veces piensa que lo que hace ha sido agradable. Por lo general se abstrae del transcurso del tiempo, y sólo a veces se percata de él (12)». No parece que Meursault tenga ninguna motivación, salvo, tal vez, «pasarlo bien». La manera desapegada que tiene de ser el personaje se refleja en su relación con el espacio. El extranjero es una novela sobre el vacío existencial. Meursault lleva una vida apática, sin motivaciones. Parece no tener afecto por nada. Esto hace pensar a los otros personajes que es inhumano. Meursault vive sin plantearse nada sobre su vida, provoca su ajusticiamiento de un modo incomprensible y, sólo cuando se ve a las puertas de la muerte, experimenta una verdadera emoción: tiene miedo. Como señala Hernández, el protagonista es un personaje desorientado, y esto se refleja en la confusa relación que tiene con el espacio (25). Vamos a señalar algunos aspectos espaciales que indican el vacío existencial del personaje.



            Meursault recibe la noticia de que su madre ha muerto. Ella vivía en un asilo de Marengo a ochenta kilómetros de donde está él. La distancia emocional entre Meursault y su madre se refleja en el espacio físico que dista entre ambos. Meursault ha metido a su madre en un asilo, que no está ni siquiera en Marengo, sino a dos kilómetros de éste. Las referencias a distancias nos informan de que Meursault ha separado de sí a una persona que debiera serle muy cercana. Ha dejado aislada en un asilo a la persona que le dio la vida. A Meursault la muerte de su madre le resulta indiferente. No quiere que se abra el ataúd para verla. Se sienta su lado, pero se duerme. El ruido que hacen los amigos de su madre al llegar le despierta: «Advertí en ese momento que estaban todos cabeceando, sentados enfrente de mí, en torno del portero. Por un momento tuve la ridícula impresión de que estaban allí para juzgarme (15)». Los amigos se sientan enfrente de Meursault y él tiene la sensación de que le juzgan. Esto es relevante porque cuando, más adelante, es juzgado por asesinato, el argumento principal del fiscal para pedir que le condenen con la muerte es que Meursault es un ser tan inhumano que no le importa su propia madre.



            Todos los personajes, salvo Meursault, tienen deseos (Vergara: 12). Meursault tiene una novia, Marie. Ésta le propone casarse y él le responde que si ella quiere se casarán, pero que a él le da igual. La indiferencia que siente Meursault se refleja en la percepción que tiene del espacio. Acto seguido de esa extraña respuesta, él le cuenta que le han ofrecido trabajar en París. Ella le pregunta cómo es París y él responde: «Es sucio. Hay palomas y patios oscuros. La gente tiene la piel blanca (52)». Meursault se fija en aspectos anecdóticos y que muy poco dicen de París.



            Meursault sigue adelante con su vida indiferente, hasta que tiene lugar un hecho fortuito. Un árabe hiere a su amigo Raymond. Éste le entrega su revólver y Meursault mata al árabe. Meursault no expresa que tenga intención de hacerlo, pero se encuentra bajo «el mismo sol del día en que había enterrado a mamá (70)», un sol que le agobia. Según Vergara: «El sol y el calor le provocan tal malestar que deja de controlarse y dispara sin razón hacia la fuente del malestar: el hombre que tenía el cuchillo (13)». El sol y el calor, dos elementos ambientales, se relacionan con la muerte porque ponen de manifiesto la finitud de Meursault: «Su necesidad física de liberarse de la luz del sol y del calor alterna con su impotencia de trascender –de la que nada sabe- y dan como resultado la muerte del árabe». Después de ser condenado a muerte, Meursault se da cuenta que su vida no ha tenido sentido.



            En El extranjero el espacio sirve para reflejar el vacío existencial de Meursault. Éste vive separado de las personas y del mundo, por lo que las descripciones que hace de los demás y de lo que le rodea son banales.


            Referencias



Camus, Albert. El extranjero. Madrid: El País. 2002.


Hernández Bermúdez, María Soledad. La sensación de vacío sartreana vista desde las obras de Camus y Sábato. Bajo palabra. Revista de filosofía. II época. Nº 0. 2005. 21-26.



Vergara Fernández, Viviana. El ser-para-la-muerte de Heidegger en “Lo fatal”, El extranjero y El malentendido. Consultado en: http://vivivergaraf.comuv.com/apuntes/literatura/fdiscurso.pdf

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