Qué pasaría si un asteroide chocase contra el
sentido de su inercia y explotase en la superficie de Mercurio borrando el
vocablo de una lengua al azar.
Ya está. Pasó. Una
palabra ha desaparecido de los diccionarios de español y de todos los lugares
donde estaba escrita.
Tampoco se reproduce en la memoria ni se recuerda pronunciar. Se ha esfumado todo menos su significado. Por eso se sabe que era importante; un gran denominador. Un nombre que en la primera acepción representaba de una vez a cualquier ser humano aunque después, y en la práctica, descartaba a las mujeres por falta de morfemas.
Tampoco se reproduce en la memoria ni se recuerda pronunciar. Se ha esfumado todo menos su significado. Por eso se sabe que era importante; un gran denominador. Un nombre que en la primera acepción representaba de una vez a cualquier ser humano aunque después, y en la práctica, descartaba a las mujeres por falta de morfemas.
Se notó disgusto; el
vacío en la mente de los que hasta entonces se habían identificado: todos los
varones de la especie con lengua española ya adquirida. Los miembros de la
academia de la lengua, que por casualidad
40 de 46 lo tenían masculino, convinieron cubrirla con… Hubo dudas: “Varón”
estaba en sus principales acepciones pero sonaba menos, le faltaba una letra y
algo más de significado, un carácter quedaba vacío. Bueno, pues “HUMANO”
cuadraba bien. La palabra “humano” era adjetivo del vocablo muerto, y de todos
los seres de la especie. También tenía el mismo número de letras; tanto en
singular como en plural tapaba todos los espacios, y por supuesto,
semánticamente era una palabra versátil e inmensa; además de sustantivarse con
flexión de género, derivaba a verbo y conjugaba bien.
Los primeros enunciados
que se repararon con “humano/s” decían así: “… el humano pisó la luna en 1963”,
“los humanos conquistaron tal…, descubrieron cual” y, de pronto, una imagen impactó
en los observadores. Junto a los viejos dibujos del simio poniéndose de pie notaron
la falta. Era un vacío de representación tan ancho que no tenía palabras (ni
que los científicos coincidiesen con la sesgada mirada de un dios). Por el
momento, y para no ser acusadas de mayor involución, las humanas prefirieron seguir
calladas. Pero cuando sus compañeros construyeron: “Los humanos y las mujeres….
“, gritaron: no. No, no, aquello era inviable. “Humanos” pasaba por sustantivo
que contenía sin ambigüedad desinencias de género, y lo advirtieron la minoría
con opinión. Elegid otra palabra que os identifique por sexo, el heterónimo ideal
que se oponga a nuestro nombre común, porque, a estas alturas, a nosotras ya
nadie nos saca de la especie. No, no.
Bien, los principales miembros
pensadores huérfanos del nombre denominante
se estrujaron el cerebro buscando alternativa. “Homínido”, no cabía; “Homo”, ni
pensarlo, o tenía pluma o solo cuatro letras. “Varón”, otra vez. Sí, cómo no, se
pensaba siempre, pero pasaba algo, se escurría al pronunciar, ¿por falta de
uso?, o ¿Falta de complexión? Falta de carácter. Eso era; descartado a la
segunda. Quedaba, quedaba… “Macho”. “El
macho y la mujer…” “un macho acuchilló a su mujer…”. Vaya, sonaba incluso más violento
(y ni la mitad lo eran). Cierto que el
vocablo, aunque corto también, denotaba pura potencia sexual vivificadora, pero, joder, los desapoderaba del valor semántico
social que tenía aquella que todo lo encubría y a todos acogía en un edificio
de sueño (excepto a las mujeres). No, “macho/s”
no metaforizaba bien, los situaba muy al comienzo: cuando primates se refocilaban
instintivamente con “hembras”.
Zas, pasó una luz. Estalló
una neurona violeta. No era preciso seguir pensando… en los trastornos de la
evolución lingüística. Habían dado por fin con el término. Se acabó; la palabra
que los identificaba como seres humanos de sexo masculino; el vocablo elegido para
oponerse gramaticalmente a “mujer” sería: “V a r ó n”.
Sí, sí, ya lo habían
barajado, pero lo rescataron por no haber otro más excluyente.
Imagen tomada de: comunicandoseentiendelagente.wordpress.com
Imagen tomada de: comunicandoseentiendelagente.wordpress.com
Es un relato muy divertido. Planteas cómo el lenguaje es tan limitiado para expresar las diferencias que pretende delimitar de un modo irónico y desenfadado.
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